La Kabbalah es una forma de vida que describe la organización metafísica de la existencia porque abraza la visión holística del Universo y nos conecta en unidad con el Creador, el cosmos, nosotros mismos y los demás. La palabra Kabbalah significa literalmente "recibir". ¿Qué es lo que recibimos? Precisamente la Luz del espíritu.
¿Para quién es la Kabbalah? Para todas las personas, basta con que estén interesadas en desarrollarse y aumentar su conciencia espiritual. Se trata de un camino de evolución personal y crecimiento espiritual universalmente válido, independientemente del credo o religión que se profese. Posiblemente al conocer más de Kabbalah usted podrá profundizar aún más en sus prácticas, sean cuales sean, incluso si es ateo.
La Kabbalah es una tradición viva de conocimiento que estudia la unión de la ciencia y la conciencia para penetrar en el misterio del mundo a imagen y semejanza del Creador, la Luz o Totalidad como quieras llamarle. De esta forma la Kabbalah nos revela la tecnología necesaria para elevarnos hacia el mundo espiritual y conectar con plenitud permanente, dirigiéndonos al encuentro con nuestro centro o equilibrio, alcanzando un estado de paz permanente y bienestar interior al que llamamos: “Shalom”.
La tradición señala al patriarca Abraham como el probable autor del Séfer Yetzirá: El Libro de la Formación, o por lo menos de su metodología y principios básicos. Esta obra, es considerada el primer tratado cabalístico. Nos muestra cómo se inicia el proceso de integración de la conciencia mediante códigos o letras. El Sefer Yetzirá revela que con las Letras Sagradas o frecuencias cósmicas, se formó toda la Creación. Las 22 letras hebreas representan al hombre y su relación interdependiente con el Universo Cósmico. Son poderosos canales de energía que configuran los nombres de todas las cosas, y que expresan estados de conciencia, de ahí la importancia de saber qué nos transmiten y a su vez, qué tipo de frecuencias energéticas deseamos conectar y transmutar.
El símbolo fundamental de la Kabbalah es el Árbol de la Vida o Etz Hayim atribuido al cabalista del siglo XVI Isaac Luria, también llamado El Arí. El Árbol de la Vida es un mapa de la conciencia y de la energía física y metafísica que representa al Creador, al Universo y al Ser Humano. Se trata de un diagrama en escala que nos muestra cómo la energía primigenia, la Luz o Creador se manifiesta en el mundo físico o Maljut.
El Árbol de la Vida es un fractal, una reproducción a escala del macrocosmos y el microcosmos. Nos muestra el proceso de la creación a partir de la nada: el Ein Sof. La existencia se despliega, a través de un proceso constructivo en que la Luz se recrea sobre sí misma y se abre paso desde dentro, -contracción- hacia fuera, -expansión-. A este fenómeno la ciencia le ha llamado el Big Bang pero los cabalistas daban cuenta de él, desde hace miles de años, y le llaman el Tzimtzum. A diferencia del Big Bang cuya teoría se apoya en una explosión, el Tzimtzum trata de una implosión. La Kabbalah Luriana explica que el espacio en el que existimos es el hueco dejado por la divinidad -es su sombra-, y sin embargo, paradójicamente; en ella no hay otra cosa que la divinidad.
Se trata de la energía atravesando mundos espirituales. Dimensiones de existencia prácticamente imperceptibles, de las que hoy la ciencia comienza a dar cuenta. Recientemente se ha revolucionado la física con la teoría de las supercuerdas, misma que señala que toda la realidad existe en (exactamente) diez dimensiones. Menciona también que hay cuatro dimensiones reveladas o que se manifiestan y seis dimensiones espaciales adicionales ocultas.
El Arí, Isaac Luria nos enseña mediante el Árbol de la Vida, que el Creador emanó de su Luz infinita; a través del proceso de tzimtzum, la “contracción” del infinito, dando origen a diez luces Divinas o sefirot mediante las cuales creó el Universo. Desde la esfera de Luz más elevada, hasta su descenso en la materia: todo es Luz. Así la Luz busca un sitio para establecerse y crear, esto es, Bará: La Creación.
Kether, es la primera sefirá del Árbol de la Vida. Allí se inicia la creación del macro y microcosmos. En realidad nosotros en cada experiencia de la vida estamos continuamente recreando el proceso cosmogónico que plasma la energía primigenia en una realidad tangible (Maljut). Seamos conscientes o no, creamos nuestra realidad a cada instante.
Quien se acerca a la Kabbalah y descifra sus códigos; descubre y contempla la potencia extraordinaria de la Luz en cada momento de su vida; lo que conlleva la más total aceptación a lo que experimenta la conciencia sabiendo que todo lo que ocurre es y proviene de la Luz para un propósito mayor.
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